¿Te ha pasado que escuchando una melodía sonríes sin pensarlo, o se te llenan los ojos de lágrimas o te llenas de recuerdos que creías olvidados?
Esto se debe a que la música impacta directamente los centros emocionales y de memoria de tu cerebro, a través de un proceso fascinante.
El cerebro humano tiene dos hemisferios, cada uno a cargo de funciones diferentes:
Izquierdo - lógica, el razonamiento, los números y el lenguaje.
Derecho funciones intuitivas, imaginativas y creativas.
Cada persona tiene un hemisferio más dominante que otro, pero la maravilla de la música es que enciende circuitos cerebrales en los dos hemisferios.
Tanto al hacer, como al escuchar música, se estimulan conexiones en varias regiones cerebrales involucradas con la emoción, la recompensa, la sensación y el movimiento.
La siguiente figura, muestra cómo sucede y que zonas del cerebro se activan:
Cuando los sonidos llegan al oído, se transmiten a redes del cerebro que te permiten:
- Percibir la música
- Responder a sonidos almacenados en el cerebro, que pudimos haber escuchado incluso en el vientre de nuestra mamá.
Esto es muy importante porque si se trata de melodías que no habías escuchado antes, además de disparar emociones, crean recuerdos. En cambio, si se tata de melodías que ya habías escuchado, aunque no las recuerdes, pueden traerte sensaciones y emociones asociadas con el momento en que las escuchaste por primera vez.
La música es un lenguaje emocional mucho más poderoso que el lenguaje hablado o escrito, porque evoca sentimientos y recuerdos.
Además, la música que nos gusta hace que liberemos dopamina, una neurohormona que se relaciona con el placer y además tiene efectos benéficos en los procesos de aprendizaje, el comportamiento, la actividad motora, el sueño, el humor y la atención.
Por eso, oír música, ayuda a bajar los niveles de ansiedad, disminuye el dolor, hace más rápida la recuperación de los enfermos y puede convertimos en personas más optimistas.
La música también activa el hipocampo, que responsable de la memoria. Por eso escuchar viejas canciones trae recuerdos olvidados, incluso para quien sufre Alzheimer y demencia.
Tiene efecto sobre el latido del corazón, su ritmo y sobre la presión arterial. Es capaz de cambiar la velocidad de las ondas del cerebro y cambiar el estado de conciencia, esto mejora el estado de alerta y la sensación de bienestar, de forma muy similar a la que se consigue con la meditación y el yoga.
Entonces ¿cómo usamos este maravilloso recurso durante la depresión o para mantenernos en sintonía con la vida durante un mal día?
Todo va a depender de la música que escoges escuchar, pero la clave es que escuches algo que te guste.
Estos son algunos consejos:
El ritmo de la canción está relacionado con la activación o relajación muscular:
Ritmo lento = relajación y sensación de paz
Ritmo rápido = activación del movimiento y expresión exterior de sentimientos
El tono estimula directamente el sistema nervioso:
Notas agudas = alerta y aumento de reflejos, ayudan a despertar
Notas graves = facilitan la relajación y tranquilidad
Los instrumentos usados:
Cuerdas (guitarra, violín, cello, piano) son expresivos y penetrantes, y pueden usarse tanto para cuando nos encontramos mal, como para cuando nos encontramos bien.
Viento (flauta, clarinete, trompeta) son alegres y vivos y pueden usarse cuando nos sentimos tristes o decaídos.
Percusión (tambores, batería) impulsan a la acción y el movimiento y pueden ayudar a la conciencia del cuerpo, el arraigo (presencia) y la diversión.
Al activar directamente los centros emocionales y de memoria en nuestro cerebro, la música puede sobrepasar el torrente de pensamientos que llenan nuestra cabeza. Esto es particularmente útil si estamos tristes o deprimidos, porque en ese estado, son los pensamientos distorsionados los que nos hunden y paralizan.
En momentos difíciles, la música que más ayuda es la que tiene ritmos alegres, que invitan al movimiento.
Mira esta tabla:

Algunos otros puntos que debes recordar para no perder los beneficios de la música:
- La música que te desagrada te provoca estrés
- El volumen demasiado alto puede generar ansiedad
- Dado que la música evoca recuerdos de una manera muy fuerte, durante el proceso de duelo, escuchar música que esté relacionada con la pérdida puede desencadenar de nuevo, emociones fuertes y difíciles de manejar.

Si buscas una opción terapéutica, puedes recurrir a la Musicoterapia. Esta disciplina usa la música de forma clínica para estimular funciones disminuidas o deterioradas en personas con trastornos emocionales (depresión) o fisiológicos (Alzheimer, lesiones cerebrales, autismo).
La música nos ha acompañado desde antes de que apareciera el lenguaje hablado, forma parte de la identidad de los grupos humanos, promueve la unión y la acción colectiva, ayuda a reconectar con el cuerpo y las emociones y lo mejor ¡está disponible para todos y casi en cualquier lugar!
¿Y tú para qué usas la música?